Después de intensas labores de búsqueda y rescate, las autoridades informaron la recuperación de los cuerpos de las 67 víctimas del accidente entre un avión de American Airlines y un helicóptero militar Black Hawk sobre el río Potomac, en Washington D.C. El siniestro ocurrió el 29 de enero y dejó un saldo trágico que ahora pasa a una fase de investigación para esclarecer las causas.
El proceso de investigación tomará al menos un año, aunque un informe preliminar podría estar disponible en los próximos 30 días. Mientras tanto, la Administración Federal de Aviación (FAA) evalúa cambios en los procedimientos para mejorar la seguridad aérea y evitar tragedias similares.
Las autoridades informaron que 66 de los cuerpos recuperados fueron identificados. En el helicóptero militar viajaban tres miembros del Ejército de EE.UU.: Ryan Austin O’Hara, sargento de 28 años, originario de Lilburn, Georgia; Andrew Loyd Eaves, oficial jefe de garantías de 39 años, residente de Great Mills, Maryland; y Rebecca M. Lobach, capitana de Durham, Carolina del Norte.
Entre los pasajeros del avión se encontraban patinadores artísticos que regresaban del Campeonato Nacional de Patinaje Artístico 2025 en Wichita, Kansas, y un grupo de cazadores que volvían de un viaje guiado.
Investigación sobre las causas del accidente
La Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) lidera la investigación para reconstruir los hechos que llevaron a la colisión. Según datos preliminares, se identificaron discrepancias en la altitud reportada de ambas aeronaves.
El registrador de vuelo del American Airlines indicó que volaba a 325 pies de altura, con un margen de error de ±25 pies, mientras que la torre de control situó al Black Hawk a 200 pies, el límite máximo permitido para helicópteros en la zona.
Brice Banning, investigador a cargo, señaló que se busca conciliar estas diferencias con la información de la caja negra del helicóptero. El registrador de voz del avión captó una reacción verbal de la tripulación segundos antes del impacto.
Accidente aéreo en Washington no dejó sobrevivientes, según las autoridades
Según los datos, la aeronave aumentó su inclinación poco antes del choque, lo que sugiere un posible intento de maniobra evasiva. Los restos del avión y el helicóptero quedaron esparcidos en el río Potomac y áreas cercanas, lo que dificulta la recolección de pruebas para determinar las causas exactas del siniestro.
Un informe de la Administración Federal de Aviación (FAA) reveló que cinco controladores estaban en servicio en el momento del accidente. Un solo controlador manejaba el tráfico de aviones y helicópteros, una tarea que suele dividirse entre dos personas.