La cervicalgia es una de las molestias más comunes hoy día. Suele deberse a sobrecargas musculares provocadas por hábitos desaconsejables y posturas cotidianas, puede ser el resultado de anomalías en las partes blandas, músculos, ligamentos, discos y nervios, así como en las vértebras y sus articulaciones. La causa más común de dolor cervical son las lesiones de las partes blandas, debidas a traumatismos o deterioro progresivo.
La columna cervical se caracteriza por ser muy flexible y permitir mayor movilidad que cualquier otra zona de la columna vertebral. Por ello, es frecuente asiento de dolor, ocupando el segundo lugar después de la parte inferior de la espalda, a veces se trata de un dolor localizado en el cuello mismo y otras es un dolor que se extiende a los brazos, a la cabeza o a la espalda. Se puede sentir hormigueo y adormecimiento en los dedos de la mano, dolor en la nuca o notar mareo y náuseas.
El dolor de cuello o dolor cervical es una patología que empeora y afecta directamente en la calidad de vida del que lo sufre, ya que impide que éste pueda realizar su vida cotidiana de forma normal, pero una vez que el problema está identificado y diagnosticado, se inicia el tratamiento, mejorando la calidad de vida del paciente, que ve reducido el dolor que padece.
Uno de los síntomas más comunes de este problema es la cefalea, es decir, el dolor de cabeza. Otro de los principales problemas es la continua sensación de mareo que se da a la hora de cambiar de posición que puede ir acompañada de náuseas.
La mejor manera de prevenir la aparición de dolor cervical es evitar los factores de riesgo, como realizar actividades cotidianas que puedan dañar la columna cervical y evitar malas posturas
Existen dos opciones de abordar un problema de dolor cervical: tratamiento conservador y un tratamiento más agresivo, como sería el tratamiento quirúrgico.
En primer lugar, el tratamiento conservador tratará de controlar las molestias cervicales, priorizando la relajación muscular y mejorando la movilidad cervical, consiste principalmente en aplicar técnicas fisioterapéuticas, como por ejemplo masajes en la zona del cuello combinada con terapias locales que aplican calor en la zona.
Otra de las opciones consiste en llevar a cabo duchas con agua a presión y con temperatura elevada, todos los días durante un cuarto de hora aplicando directamente el chorro sobre el cuello y los hombros durante al menos un cuarto de hora. Posteriormente, se deberán aplicar movimientos de flexoextensión del cuello durante otros diez o quince minutos.
A su vez, se recomienda mantener una buena postura vertical y evitar el levantamiento de peso, así como la aplicación de calor local seco, como por ejemplo con una almohadilla eléctrica puede ayudar a regular el dolor.
Por otro lado, está el tratamiento más agresivo, que requiere cirugía, pero favorablemente, la cantidad de pacientes que necesitan recurrir a la cirugía es poco importante. La cirugía se utiliza para reducir el nivel de presión en los nervios y en la médula cuando el dolor está originado en hernia de disco o un estrechamiento óseo en el canal vertebral.
En casos de traumatismos, la cirugía también se puede utilizar para estabilizar la columna y evitar una posible parálisis.