La menopausia no es una enfermedad, sino una situación fisiológica en la vida de la mujer, en la que se pone fin a la etapa reproductiva. En ella los ovarios dejan de producir óvulos, lo que significa el cese de la menstruación y conlleva el cese de la producción de estrógenos y la aparición de una serie de síntomas, más o menos acusados en unas mujeres o en otras, que pueden paliarse y/o prevenirse fácilmente con unos buenos hábitos de vida y, en caso necesario, con un tratamiento adecuado e individualizado.
Los síntomas más inmediatos suelen ser sofocos y sudores, nerviosismo, irritabilidad, trastornos del sueño, humor depresivo, ansiedad, dificultad de concentración, cansancio, dolores de cabeza o palpitaciones. También aparece una tendencia al aumento de peso y a la redistribución de la grasa corporal con una mayor acumulación en la zona abdominal.
Por ello en esta etapa es muy importante adoptar hábitos de vida saludables., una alimentación adecuada y la práctica de ejercicio regular y moderado nos ayudarán a mantener nuestro peso y a luchar activamente contra la osteoporosis.
El ejercicio físico diario (30 minutos) mantiene la masa muscular, evita el aumento de peso y de grasa corporal y previene la pérdida de masa ósea.
La alimentación debe ser variada, y es importante no saltarse comidas y empezar el día con un buen desayuno.
Asimismo, es aconsejable limitar el consumo total de grasas a menos de un 30% del total de calorías, sobre todo el de grasas saturadas de origen animal, aunque teniendo en cuenta que algunas grasas vegetales (palma, coco) también las contienen y se encuentran principalmente en los productos de bollería, patatas fritas, etc. De esa manera se conseguirá no sólo controlar el peso, sino también controlar los niveles de colesterol.
Es muy aconsejable enriquecer la dieta en pescado (azul y blanco), porque nos aportará ácidos grasos esenciales de la serie omega 3, muy útiles en la prevención y el tratamiento coadyuvante de algunas enfermedades cardiovasculares.
Así pues, alimentos recomendados serán los lácteos desnatados, cereales, hortalizas y legumbres, frutas, pescados, carnes blancas (pollo, pavo, conejo), frutos secos (almendras, avellanas, castañas, nueces) y aceite de oliva virgen para cocinar y en crudo.
Se deberá moderar el consumo de huevos, carnes grasas, café y bebidas alcohólicas. Se desaconsejan los despojos, embutidos y patés, el pato, el coco, la bollería y la pastelería y los lácteos enteros.
También son aconsejables las infusiones de té verde, por su acción antioxidante y favorecedora de la eliminación de grasas, aunque no debe abusarse de ellas por su efecto estimulante, y las infusiones de melisa, que favorecen la digestión y tienen efecto relajante, y si se toman después de cenar favorecen el descanso nocturno.