Con el cambio de las estaciones las personas alérgicas se vuelven más susceptibles a los alérgenos, de hecho, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), alrededor de uno de cada cuatro adultos y uno de cada cinco niños sufren de alergias estacionales.
También conocida como fiebre del heno o rinitis alérgica, una alergia estacional se caracteriza por causar molestias en la zona del rostro. Entre sus síntomas principales se encuentran: estornudos, secreción nasal, congestión nasal, ojos llorosos, así como picazón alrededor de la nariz, los ojos y los oídos.
Igualmente pueden no estar relacionadas con las estaciones, sino que también pueden desencadenarse por la exposición al polvo o a animales que emiten alérgenos durante todo el año.
Las alergias no tienen cura. Pero pueden controlarse con prevención y tratamiento. La mejor manera de controlar la rinitis alérgica es identificar primero los desencadenantes ya que estos varían de una persona a otra.
Las alergias ambientales pueden aparecer en cualquier momento de la vida y varían en frecuencia y gravedad. Si los síntomas no se controlan fácilmente o no se entienden bien, es aconsejable consultar a un alergólogo/inmunólogo.