La ley «no digas gay» de Florida y recientes regulaciones estatales sobre lo que se puede leer o discutir en los salones de clases han hecho que maestros, padres y bibliotecarios escolares se enfrenten a un terreno nuevo e incierto, mientras que la comunidad LGBTQ+ del estado ve sus derechos bajo ataque. Una disputa muy pública entre el gobierno estatal y Disney le ha costado a Florida casi mil millones de dólares en inversiones.
En el centro de todo está Ron DeSantis, un gobernador tiene los ojos puestos en la Casa Blanca, convirtiéndose en un rival del expresidente Donald Trump.
Para el floridano promedio, las preocupaciones sobre el costo de vida se han convertido en un problema que no ve realmente abordado de la manera en que la mayoría de la gente hubiera esperado.
Los alquileres están por las nubes, el seguro de las propiedades ya sea que estén ubicadas cerca de la costa o no, son cada vez menos asequibles, tanto en precio como en disponibilidad.
Si bien la inflación ha jugado un papel en esto, gran parte de la discusión pública en Florida se ha desviado de los problemas que afectan a los floridanos todos los días hacia una discusión que divide a los ciudadanos del estado y los enfrenta en cuestiones culturales, el aborto y asuntos raciales.
También está el problema de las armas. Una nueva ley estatal permitirá a partir del 1 de julio que cualquier persona que pueda poseer legalmente un arma también pueda portarla oculta sin un permiso, contrario a la ley anterior que estipulaba que se necesitaba de un permiso, pasar por un entrenamiento y una verificación de antecedentes para portar un arma oculta.